Muchas veces, cuando estamos cansados o aburridos de estudiar, se nos ocurre la genial idea de ir al baño. Desde ese momento, sabemos que por mucho que lo intentemos, no vamos a poder resistir la tentación de empanarnos. El tiempo va pasando con rapidez sin que nosotros nos demos cuenta, cuando en un determinado momento en el que estábamos completamente atontados, nuestro padre, entra por la puerta y dice: todavía estás ahí, ay que ver cuanto te gusta estar en el baño, hace una pausa y dice,sabes que llevas ya 30 minutos aquí dentro. Bueno, creo que si tubieramos un reloj y ganas de levantarnos(las cuales no hay), podríamos conseguir dejar atrás este hábito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario